El aprendizaje es más que una teoría

20 Oct El aprendizaje es mucho más que una teoría

Hace apenas unos días cayó en mis manos un artículo que hablaba de preferencias personales en el aprendizaje y creo que me ha hecho reflexionar sobre la importancia de los modelos, las clasificaciones y teorías existentes respecto a cómo aprendemos las personas.

El artículo hablaba de David A. Kolb (nacido en 1939). David es un teórico educacional que ha desarrollado investigaciones centradas en el aprendizaje experiencial, el cambio individual y social, y otros aspectos relacionados con la educación de los ejecutivos y profesionales de distintas áreas.

Concretamente el artículo hablaba del Learning Style Inventory (LSI), un modelo construido por él mismo en el que comenta que los seres humanos tenemos una serie de preferencias de aprendizaje basadas en dos continuos: experimentación activa –observación reflexiva y conceptualización abstracta –experiencia concreta. Esto da como resultado, según David a 4 tipos de “aprendices”:

  1. Convergentes (experimentación activa – conceptualización abstracta).
  2. Acomodadores (experimentación activa – experiencia concreta).
  3. Asimiladores (observación reflexiva – conceptualización abstracta).
  4. Divergentes (observación reflexiva – experiencia concreta)

 

Pues bueno, este era el modelo que de forma resumida se comentaba en el artículo. A partir de ahí, me gustaría compartir contigo algunas reflexiones basadas en mi experiencia, en aquello que me ha funcionado y en aquello en lo que he fallado a lo largo de los años.

Hace unos meses lancé con mi equipo de trabajo un proyecto al que hemos llamado Quetzal Project. Después de leer el artículo me doy cuenta de que es un proyecto que se aleja de teorías, de grandes reflexiones y de lo que son las panaceas en las clasificaciones educativas. ¿Por qué? Pues por los siguientes peligros que creo que esto puede producir:

Peligro 1

Las teorías nos dan la falsa ilusión de que controlamos el mundo, de que todo es clasificable, organizable, tangible y medible. Vivimos en un momento en el que nos encanta medir cada cosa que hacemos: la calidad del sueño, los kilómetros que corremos, lo que comemos, el consumo de gasolina de nuestro coche,… y si después puedes verlo resumido en bonitos gráficos, mucho mejor. Pues siento decirte que la forma de aprender de los seres humanos no es traducible a un gráfico con 4 variables.

Peligro 2

En el momento en que etiquetamos y clasificamos un objeto, una situación o a una persona, dejamos de investigar y analizar con detalle. Si te das cuenta, cuando somos niños investigamos cada día el mundo como si fuera la primera vez que nos encontráramos con algo. Un niño es capaz de observar durante horas a un pájaro, ver cómo se mueve, cómo juega con otras aves de su especie, cómo alza el vuelo y cómo se detiene, cómo corre por el suelo, qué come,…pero en el momento en que le decimos “es una paloma” parece que la investigación va disminuyendo. Es como si en ese punto el mundo ya no tuviera nada más que descubrir. Por este motivo, si a alguien le etiquetamos con un estilo de aprendizaje, dejaremos de observarle con el detenimiento suficiente para adaptarnos a él o ella.

Peligro 3

Otro de los peligros es que impongamos nuestros modelos teóricos. Si piensas que el mundo se compone de seres humanos que aprenden de 4 formas distintas, buscarás a los seres humanos que encajan dentro de esa categoría y puede que sin darte cuentas los metas en calzador en la misma.

Peligro 4

La clasificación nos da una falsa ilusión de pertenencia. Si perteneces a uno de esos cuadrantes, ahí te quedas. Y esto realmente va contra toda la lógica del aprendizaje. Los seres humanos no tenemos una sola preferencia. Las personas en función del día, de nuestra motivación, de nuestro interés, de nuestro cansancio, de lo que acabamos de vivir, y un largo etcétera vamos cambiando no solo a lo largo de la vida, sino a lo largo del día. Por lo que intentar medir algo que es tan apasionadamente variable podría ser una pérdida para el aprendizaje real.

Te propongo algo:

¿Y si en vez de leer tanta teoría, las dejas por unos días de lado, y observas con detenimiento al ser humano que tienes delante? ¿Y si le preguntas? ¿Y si interactúas con él o ella? ¿Y si le miras a los ojos? ¿Y si experimentas con la vida real?

Desde el proyecto Quetzal promovemos esta idea al máximo potenciando en nuestros profesores, maestros y formadores a desarrollar una gran cantidad de habilidades para investigar lo que tienen delante, lo que está aquí y ahora en el momento presente.

¿Te atreves a probar?

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