Maestros doble sueldo

29 Sep ¿Hay maestros que se merecen el doble de sueldo?

Hay veces en la vida que hasta una desgracia puede hacer que se cruce ante ti alguien realmente especial. Y en esta ocasión así ha sido: un incendio hizo que la semana pasada conociese a Inma.

Hace unas semanas, en un edificio cercano al mío se produjo un incendio doméstico. Afortunadamente no se han producido daños personales pero los daños materiales han hecho que gran parte de las personas que viven en el edificio, hayan tenido que buscarse la vida y alquilar por unos meses otra vivienda. Este hecho hizo que Inma y sus tres hijos se instalasen en mi edificio.

Hasta esta semana se trataba de esa chica rubia simpática que las tres veces que se había cruzado conmigo por la escalera me decía con una gran sonrisa: “¡Hola guapísima!”. Yo había llegado a pensar que mi memoria me fallaba porque esa cercanía en su saludo era como si me conociera de toda la vida…pero no. El jueves, volvía cargada con mi mochila y trastos de correr, y ahí en el tercer piso, estaba Inma entrando a casa con su equipo de hijos (dos niñas preciosas y un niño de 6 años que ha sacado la simpatía de su madre). Y entonces con un simple: “Hola vecina” acompañado de esa sonrisa tan noble, me hizo parar por unos minutos en su puerta.

Me contó parte de la historia del incendio, parte de su vida y en 5 minutos había descubierto a una de esas profesionales que se dedican a la enseñanza, una de esas profesionales que sin quererlo ni pretenderlo sobresalen en su trabajo. Inma trabaja de profesora en un centro de discapacitados pero lo hace con una pasión y dedicación que el simple hecho de recordar su cara mientras me contaba su historia, sus palabras y la emoción que le ponía, me ponen la piel de gallina mientras escribo…

No eran palabras, te lo aseguro, eran hechos:

– “Reme, es que hay días que me siento mal, muy mal, me siento mal de que me paguen. Es que…¡tú sabes lo feliz que soy con ellos, lo bien que me lo paso!. Soy tan afortunada de tener ese trabajo. Es que debería pagar yo, debería pagar por trabajar. Y no, que se empeñan en pagarme”.

Te aseguro que el brillo en sus ojos era suficiente muestra de lo que me contaba pero por si no era suficiente me invito a entrar a su cocina (donde estaba cargando el móvil) para mostrarme una canción improvisada con sus “chicos del trabajo” como ella los llama…

Estando contigo, contigo, contigo 
de pronto me siento feliz,
y cuando te miro, te miro, te miro
me olvido del mundo y de mi,
que maravilloso es quererte así
estando contigo, contigo, contigo
me siento feliz.

Allí mismo, en medio de su clase, ante las miradas divertidas y las risas de sus chicos y chicas, Inma cantaba con un micro improvisado como si hubiera vuelto la pequeña Marisol. Les abrazaba, les besaba, cantaba con ellos, les hacía cosquillas…Ellos la miraban, le sonreían, les entraba vergüenza y risa, mucha risa.

¿No es eso la pasión? ¿No es eso impactar en el mundo? ¿No es eso lo mejor que un ser humano puede hacer? ¿No debería de ser uno de los trabajos mejor remunerados del mundo?

Pues sí, es pasión en estado puro, es el impacto más apasionante que un ser humano puede crear en otros, arrancar esas risas es lo mejor que uno puede hacer, y sí, Inma es una de esas docentes extraordinarias que se merecen el doble de su sueldo (sea lo que sea lo que le pagan) y mucho más porque la calidad de vida, el cariño y la humanidad que regala cada día, no tiene precio.

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